Hablar de emociones en la escuela es, en el fondo, hablar de "la humanidad". Las emociones están presentes en cada rincón de nuestras aulas: en los nervios previos a un examen, en la alegría de una respuesta acertada o en la frustración tras un conflicto entre compañeros. Sin embargo, aunque las emociones nos acompañan a diario, muchas veces no sabemos cómo manejarlas, comprenderlas o expresarlas de manera adecuada.
Ahí es donde entra en juego la inteligencia emocional, esa habilidad que Marc Brackett, director del Centro de Inteligencia Emocional de Yale, considera "tan esencial como las competencias académicas". A través del Método RULER, Brackett nos ofrece un camino claro para enseñar emociones: un modelo que nos ayuda a reconocer, entender, etiquetar, expresar y regular nuestras emociones, tanto en la escuela como en casa.
Las emociones, un termómetro del aprendizaje.
Recuerdo un día en el que, en una de las guardias que hacía en el IES Juan Carlos I con alumnado que habían participado en algún conficto, una alumna llegó a la sala "de guardia" inquieta y distraído. Era evidente que algo pasaba, pero no sabía cómo expresarlo. En lugar de preguntarle directamente, le invité a utilizar el Mood Meter, o, dicho en castellano, el termómero emocional, una herramienta visual que clasifica las emociones según el nivel de energía y la satisfacción. “Elige un color que refleje cómo te sientes”, le dije. Señaló un tono que indicaba alta energía y baja satisfacción. Según el termómetro estaba estresada. Realmente se sentía amenazada por aquella situación de "guardia". En casa, estas conversaciones también son posibles.
Este pequeño gesto nos abrió una puerta al diálogo. Resultó que se sentía rechazada por el grupo de amigas de siempre ,y apesar de que todas le decían que no pasaba nada, se sentía insegura porque había acciones que ocurrían a su alrefefor que no comprendía del todo. Esto le llevo a discutir e insultar a uan de sus compañeras de clase.
Identificar su emoción nos permitió hablar sobre sus sensaciones y sus esfuerzos por comprenderlas y darle un feedback positivo y buscar juntos estrategias para superar esa dificultad.
Si, por ejemplo, es tu hijo el que regresa triste porque un amigo no lo invita a una fiesta, puedes preguntarle: ¿Por qué crees que te sientes así?. Tal vez la tristeza no se deba solo al evento puntual, sino a un temor de no ser suficientemente valorado. Estos momentos te permiten conectar y ayudarle a comprender a tu hijo que todas las emociones tienen un origen y un propósito.
Desde ese día entendí que el Mood Meter no es solo una tabla de colores; es una invitación a conectar con nuestras emociones y a hacer que el aula sea un espacio más humano.
Comprender las emociones: El “por qué” detrás del “qué”
Reconocer cómo nos sentimos es el primer paso, pero entender por qué nos sentimos así es lo que nos permite crecer. Importante preguntar el "por qué" siempre después del "qué".
Imagina que un niño está enfadado porque perdió un partido de futbol durante el recreo. Como docente no comiences la clase sin más, con una expresión de "eso no importa, son pequeñeces y ahora lo que toca es matemáticas". no invalides sus sentimientos, sino todo lo contrario, ayúdale a reflexionar sobre su emoción, y quizás, pueda descubrir que su frustración no viene solo de la derrota, sino de una sensación más profunda de inseguridad en sus habilidades deportivas. así podrás ayudarle y podrá ayudarse.
Recuerdo perfectamene el día en el que en el aula hospitalaria ingresaban. La importancia de trabajar con ellos ( y sus familiares), el reconocimiento, la comprensión, la definición y el poder expresar sus emociones. Solo así es el primer paso para después poder ayudarles a regularlas.
El poder de poner nombre a lo que sentimos
Hay un poder transformador en nombrar las emociones.
Cuando somos capaces de decir me siento frustrado en lugar de solo experimentar un malestar difuso, ganamos claridad. Esta es una de las claves del Método RULER: enseñar a los niños, a nuestras hijas y jóvenes, un lenguaje emocional rico que vaya más allá de expresar feliz o triste, como adjetivos de sus sentimientos,
En el aula, aprener vocabulario emocional, puede trabajarse a través de actividades diarias. Por ejemplo, al leer un cuento, podemos pedir a los estudiantes que identifiquen cómo se sienten los personajes y que amplíen su vocabulario emocional. En casa, los padres pueden hacer lo mismo al hablar de una película familiar: ¿Cómo crees que se sintió el protagonista cuando perdió a su amigo?.
Cuanto más amplio sea el vocabulario emocional que usamos, más herramientas tendremos para comprendernos a nosotros mismos y a los demás.
Expresar y regular son dos caras de la misma moneda
Expresar nuestras emociones de manera adecuada es un arte que se aprende con práctica y modelos. En una discusión entre compañeros, un docente puede enseñar a los estudiantes a comunicar cómo se sienten sin herir a los demás: Me sentí muy dolido cuando no me dejaron participar en el juego. Este tipo de frases no solo evitan conflictos mayores, sino que también fortalecen las relaciones.
Regular las emociones, por su parte, no significa reprimirlas, sino gestionarlas para que trabajen a nuestro favor. Así, en el aula, podemos incorporar prácticas de relajación tras momentos agitados, como el recreo. Ese es el poder del mindfulness: saber cuándo y cómo utilizarlo. En casa, los padres pueden modelar esta habilidad mostrando cómo expresarnos en una situación difícil. Estos pequeños gestos, aparentemente simples, tienen un impacto profundo. Enseñan a los niños que no se trata de evitar las emociones intensas, sino de enfrentarlas con estrategia que favorezcan el bienestar.
Como docente y tras un incidente en clase, me esforzaba en motrar a mi alumnado, sin hacer chiste de ello, cómo contaba mentalmente hasta diez antes de responder a un alumno que había interrumpido repetidamente. Con este acto, no solo evitaba un conflicto innecesario, sino que también daba ejemplo ejemplo claro de regulación emocional. Nuestro alumnado, y nuestros hijos, no solo aprenden lo que decimos sino lo que ven y aprndern de lo que hacemos.
La inteligencia emocional como pilar educativo y familiar.
El Método RULER no es un conjunto de reglas rígidas ni un programa que se aplica de forma aislada. Es una filosofía que puede integrarse en la vida diaria, en cada interacción, en cada oportunidad de aprendizaje. En la escuela, fomenta un clima positivo, reduce los conflictos y potencia el aprendizaje. En casa, fortalece los vínculos familiares y prepara a los niños y jóvenes para enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia
Como educadores (sea cual sea nuestro ámbito), nuestro papel es guiar a los aprendices en este viaje emocional, equipándolos y dotándolos de las herramientas necesarias para reconocer, comprender, nombrar, expresar y regular sus emociones. No es un proceso inmediato, pero los beneficios son transformadores. Cuando trabajamos intencional e infusionadamente (apreovechando el desarrollo curricular) el alumnado adquiere estas habilidades, no solo se convierten en mejores aprendices, sino también en personas más empáticas, resilientes y seguras de sí mismas.
Cerrando el círculo emocional
Enseñar inteligencia emocional es, en última instancia, un acto de compromiso con el alumando. Nos permite construir aulas y hogares donde las emociones no se reprimen, sino que se entienden y se utilizan como motores de aprender.
Como dijo Marc Brackett:
Cuando aprendemos a sentir, aprendemos a vivir mejor
El desafío está en nuestras manos, y el resultado no solo será visible en las notas o en el comportamiento, sino en la felicidad y el bienestar de quienes nos rodean.
Creo que ha llegado la hora inexcusable de hacer de la inteligencia emocional un eje central en nuestras escuelas y hogares. Transformemos juntos el presente para dar forma a un futuro mejor, más humano.
Podéis escuchar el podcast realacionado con este contenido en "Transformando Escuela" en OndaRegional
Referencias bibliográficas:
Brackett, M. (2020). Permiso para sentir. Diana Editorial. Barcelona
Para saber más:
https://jcsoroa.blogspot.com/2017/02/ruler-un-programa-efectivo-de.html