Cada nuevo curso escolar es un pequeño reinicio. Un momento privilegiado para reordenar ideas, renovar energías y, sobre todo, plantar con cuidado las primeras semillas del aprendizaje. Lo que ocurra en los primeros días puede marcar profundamente el tono del curso. Por eso vale la pena detenernos a pensar: ¿qué significa realmente empezar bien?
No se trata solo de repartir libros o explicar horarios. Comenzar bien es construir las bases sobre las que se desarrollará todo lo demás. Y para lograrlo, hay tres claves fundamentales: preparar la convivencia, fomentar la mentalidad de crecimiento y activar los conocimientos previos del alumnado.
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Aula libre de etiquetas. Imagen elaborada con IA. |
Preparar la convivencia: sin escenario, no hay aprendizaje
Uno de los errores más frecuentes es pasar por alto la importancia del clima del aula. Sin una buena convivencia, el aprendizaje se debilita. Por eso, una de las primeras tareas del curso debería ser construir normas claras, compartidas y aplicables.
No se trata de imponer un listado de reglas, sino de generar espacios de diálogo donde esas normas se comprendan y se aterricen a la vida cotidiana. Por ejemplo, si una norma general dice "respetar el aprendizaje del otro", se puede trabajar con el grupo: ¿cómo actuamos cuando alguien interrumpe?, ¿qué hacemos si un compañero necesita más tiempo?, ¿cómo ayudamos sin resolverle todo?
Cuando las normas se hacen con y para el grupo, se convierten en herramientas vivas, no en carteles decorativos.
Cultivar la mentalidad de crecimiento: creer en el potencial
Los primeros días también son ideales para romper con etiquetas y fomentar una idea poderosa: las capacidades no son fijas.
Aula libre de etiquetas.
Una mentalidad de crecimiento enseña al alumnado que pueden mejorar con esfuerzo, constancia y acompañamiento. Lo contrario, una mentalidad fija, limita y condiciona desde el inicio: “yo soy malo en mates”, “ella no sabe leer”, “ese niño es problemático”.
Este tipo de creencias lastrarán el aprendizaje si no se desmontan pronto.
¿Cómo se cultiva esta mentalidad?
- Celebrando el error como parte del proceso.
- "¿Qué puedes aprender de este error?"
- Usando el poder del “todavía”.
- "No lo has conseguido... todavía. Pero estás en camino."
- Evitando etiquetas.
- Un aula “libre de etiquetas” es un aula abierta al cambio.
Estas acciones no solo impactan en la motivación, sino que refuerzan la inclusión y la autoestima.
Activar los conocimientos previos: conectar para avanzar
Aprendemos mejor cuando conectamos lo nuevo con lo que ya sabemos. Y sin embargo, seguimos comenzando unidades sin preguntar qué sabe el alumnado, qué ideas trae, qué experiencias puede aportar.Activar los conocimientos previos no es una actividad introductoria sin más, es un acto de reconocimiento: decirle al alumno o alumna “lo que traes contigo es valioso”. Ese gesto abre puertas cognitivas y emocionales.
Hay muchas formas sencillas y eficaces:
- Dinámicas como ‘Tu mochila del saber’ donde simbolizan qué traen consigo.
- Usar rutinas como “Sé, Quiero saber, He aprendido”.
- Hacer esquemas, mapas mentales o lluvias de ideas iniciales.
- Plantear dilemas o preguntas abiertas ( mas allá de un examen o test) que inviten a posicionarse.
- Dejarles construir parte del proyecto desde sus saberes o intereses.
- Usar metáforas: la mochila de ideas, la maleta de saberes…
Un buen inicio no es espectáculo, es siembra
Empezar bien un curso no depende del material nuevo, ni de las agendas o los carteles. Depende de cómo construimos el espacio de aprendizaje desde el primer día. Preparar la convivencia, fomentar una mentalidad abierta y conectar con lo que ya se sabe son tres acciones sencillas, pero muy potentes.
No hay que esperar a que pase septiembre. El momento para empezar a transformar la escuela es hoy.
Y tú, ¿cómo has comenzado tu curso?
Puedes escuchar el podcast Transformando Escuela de Onda Regional de Murcia en https://www.orm.es/programas/el-mirador/transformando-escuela-como-comenzar-bien-el-curso-en-las-aulas/
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