Según la Asociación Europea de Pedagogos Hospitalarios –HOPE–, una de las principales dificultades en el desarrollo de la pedagogía hospitalaria es la falta de criterios comunes y de metodología específica que cree un cuerpo de conocimiento con unos rasgos identificables al contexto.
Hace unos años, mientras trabajaba en las aulas hospitalarias, me enfrenté a un desafío que marcó mi carrera y la de muchos de mis compañeros: la falta de un corpus de conocimiento propio para la educación en entornos hospitalarios. Recuerdo esos días en los que pensábamos que nuestras prácticas estaban desprovistas de un marco curricular adaptado a la compleja realidad de nuestros alumnos. La respuesta, en la EAEHD de la Región de Murcia, fue revolucionaria: decidimos crear un currículo anual, variable y flexible, que no solo respondiera a las demandas educativas actuales, sino que también dotara de sentido y singularidad a nuestra labor.
Esta experiencia marcó profundamente nuestra labor en las aulas hospitlarias y, desde entonces, comparto y debato este modelo con colegas, convirtiéndolo en un eje de formación y consulta.
Quiero contarles mi historia y los argumentos que sustentan este enfoque, basado en la creación de ejes temáticos que sirven de columna vertebral a un temario contextualizado para las aulas hospitalarias.
La necesidad de un currículo adaptado
Durante mi trabajo en el entorno hospitalario, observé que muchas veces nos veíamos obligados a adaptar contenidos de currículos generales, sin que estos reflejaran la realidad, las limitaciones y las particularidades del entorno en el que enseñábamos. Los espacios, la carga emocional, las necesidades específicas de nuestros alumnos deribadas de su situación de enfermedad...exigían algo diferente, un currículo que emergiera desde la propia experiencia y contexto hospitalario y que se apoyara en ejes temáticos cuidadosamente diseñados.
Para nuestro equipo crear este currículo implicó replantear el proceso educativo desde sus cimientos. No se trataba solo de modificar actividades, sino de transformar el enfoque: dejar de ver las "necesidades educativas" como atributos de los alumnos para identificar las barreras que impone el contexto.
Esta idea extarída de una perspectiva inclusiva y de autores como CAST y Ainscow han defendido esta perspectiva, orientada a detectar las barreras contextuales, en lugar de etiquetar a las personas.
Este cambio de paradigma nos permitió repensar la educación hospitalaria como un proceso colectivo, donde el currículo se adapta al entorno y no al revés.
Ejes temáticos: La columna vertebral del conocimiento escolar desarrolaldo en el entorno hospitalario
Antes de embarcarnos en la creación de este currículo adaptado, tuve la oportunidad de participar en el certamen literario "En mi verso soy libre", una experiencia anual que giraba en torno a una temática distinta y que nos impulsaba a explorar la libertad de expresión y la creatividad. Recuerdo con especial cariño cómo ese certamen no solo celebraba la poesía, sino que también nos ofrecía un marco para unir las artes con otras áreas del conocimiento. Inspirados por esa vivencia, decidimos fusionar ambas ideas y diseñar un temario basado en el eje temático que nos marcaba cada año el certamen. De este modo, no solo dotábamos de un sentido propio y único a nuestro trabajo, sino que también éramos capaces de integrar en proyectos de aprendizaje todos aquellos programas complementarios—como música, arte y tecnología—junto con las ramas esenciales de lengua, historia y matemáticas.
Esta aproximación integral nos permitió transformar cada proyecto en una experiencia educativa multidisciplinaria, enriqueciendo el aprendizaje de nuestros alumnos de forma holística.
Para construir nuestro currículo, definimos una serie de ejes temáticos , de los que elegíamos el eje anual, que respondían a características fundamentales:
- Contextualización: Cada eje se enraíza en la realidad del entorno hospitalario. Aquí se toma en cuenta no solo las limitaciones físicas, sino también el ambiente emocional y las necesidades particulares de los alumnos hospitalizados. Recuerdo cómo, en una sesión, adaptamos el contenido de ciencias para incluir ejemplos de la vida en el hospital: desde cómo funciona el cuerpo ante la enfermedad hasta el impacto del entorno en la recuperación.
- Interdisciplinariedad: Sabíamos que para abordar la complejidad del aprendizaje en un hospital, debíamos integrar conocimientos de pedagogía, psicología, salud y tecnología. Así, en nuestras clases, un mismo proyecto podía incluir desde conceptos matemáticos hasta técnicas de relajación y cuidado personal, facilitando una visión holística que preparaba a los alumnos para afrontar los retos de su entorno.
- Flexibilidad y adaptabilidad: El modelo debía ser tan dinámico como los contextos en los que se aplicaba. Cada eje permitía adaptaciones según el ritmo individual de los estudiantes, algo crucial en un entorno donde cada día puede presentar desafíos distintos. La flexibilidad nos permitió modificar actividades en función de la condición física y emocional de nuestros alumnos, asegurando que nadie quedará rezagado.
- Enfoque en competencias: Más allá de la simple transmisión de contenido, los ejes se diseñan para desarrollar competencias clave: académicas, emocionales, sociales y tecnológicas. Así, por ejemplo, en un proyecto de ciencias, no solo se aprenderían conceptos, sino que se fomentaba la autonomía y la resiliencia para superar las dificultades propias del entorno hospitalario.
- Orientación a la práctica e inclusión: Cada eje temático se vinculó a proyectos y actividades prácticas. Desde debates en grupo hasta actividades creativas, se buscaba siempre que el aprendizaje tuviera una aplicación real. Esto promovía una educación inclusiva, donde se valoraban las diferencias y se fomentaba la colaboración entre docentes, profesionales de la salud, familias y, por supuesto, los propios alumnos.
- Innovación y uso de TIC: No podíamos dejar de lado la tecnología. Incorporamos herramientas digitales para facilitar la enseñanza y el seguimiento pedagógico. Desde aplicaciones interactivas hasta plataformas de aprendizaje colaborativo, la tecnología se convierte en un recurso esencial para transformar el aprendizaje en un entorno hospitalario.
- Colaboración y redes de apoyo: Finalmente, creamos espacios para la colaboración interinstitucional y el intercambio de experiencias. La creación de redes de apoyo entre centros, familias y profesionales de la salud fue fundamental para enriquecer nuestro modelo y garantizar que cada alumno tuviera acceso a una educación de calidad, incluso en circunstancias tan desafiantes.
Un modelo que transforma mi experiencia personal: proyectos de bienestar.
Recuerdo con especial cariño una de las primeras veces que implementamos este modelo. Un grupo de alumnos, con estados de salud, con ritmos y capacidades muy diversas, se embarcaba en propuestas dentro de un proyecto que integraba varios conocimientos: ciencias, matemáticas y habilidades sociales. El objetivo era diseñar pequeños "proyectos de bienestar" que abordaran temas de salud, resiliencia, el desarrollo emocional y el cuidado personal.... Cada actividad se debía adaptar a las condiciones del hospital y se orientría a desarrollar competencias prácticas más allá del conocmiento académico.
Lo que supuso un impacto fue ver cómo, a través de este enfoque, cada alumno y cada alumna encontraba su espacio. Los que solían ser más reacios en venir a la escuela y abandonar su "confortable y protegida" cama al lado de su mamá, se involucraban de manera sorprendente y los más avispados y resueltos se sentían motivados y felices por participar en clase. Los proyectos y la escuela del hospital eran "su sitio seguro", Con estos proyectos no es que mejoraran sus resultados académicos (es algo que era difícilmente constatable por los tiempos de permanencia en el hospital), pero sí fortalecían su identidad como alumno en el hospital, mejoraban el sentido de comunidad y pertenencia al grupo , algo que, en un entorno hospitalario, es tan esencial.
Compartir esta experiencia con mis colegas docentes hospitalarios y con la comunidad educativa ha sido, y sigue siendo, fundamental para promover un cambio real en la pedagogía hospitalaria.
Por un lado, hemos desarrollado un currículo escolar formal que cumple el objetivo primordial de evitar la desventaja curricular del alumno en situación de enfermedad, proporcionando continuidad en su proceso educativo y reorientando su escolarización tras este período. Este currículo se plasma en una atención individualizada, adaptada a las necesidades y ritmos de aprendizaje propios de cada alumno, permitiendo que cada niño y niña avance de manera autónoma, recibiendo el apoyo específico que requiera.
Paralelamente, se implementa un currículo basado en el contexto hospitalario, materializado a través de proyectos compartidos que involucran a todo el alumno de forma internivelar. Este enfoque responde esencialmente a las necesidades emocionales y de bienestar de los estudiantes, complementando un currículo que, aunque no está explícitamente formalizado en la legislación, es indispensable en este contexto.
Este enfoque dual no solo enriquece el contenido académico, sino que también fomenta el trabajo colaborativo, la resiliencia y la integración de áreas complementarias como las artes, las tecnologías y las humanidades. De esta manera, se crea una experiencia educativa holística que transforma la crudeza del día a día en el entorno hospitalario en una experiencia de aprendizaje memorable. Este currículo dual se convierte en un verdadero proyecto de bienestar, destinado a mejorar tanto la experiencia emocional como la formación integral de cada alumno.
¡Gracias por acompañarme en este post! Espero que estas ideas inspiren nuevas estrategias tanto en las aulas ordinarias como en las hospitalarias.
Buenas tardes, muy interesante y cierto lo que expresas sobre las Aulas Hospitalarias. Me quedo principalmente con dos aspectos: necesidad urgente de unificar criterios pedagógicos en este entorno pedagógico y por otro lado la importancia SIEMPRE (sea cual sea el contexto) de adaptar el currículo. Si el currículo se adapta al entorno garantiza la contextualización , la flexibilidad, la igualdad, la INCLUSIÓN...
ResponderEliminarPor otro lado creo que el ABP es muy motivador para la infancia, se abre la puerta al aprendizaje significativo donde se indaga, se reflexiona y se llega a la resolución de un problema o reto.
Enhorabuena por este Blog y gracias por tus aportaciones y reflexiones.