La nueva educación se ha decidido por pensar que aprender no es solo cuestión de asistir a clase, tomar apuntes y/o hacer los deberes. Aprender, de verdad, implica tomar el control de su propio proceso, decidir qué estrategias le funcionan, gestionar su tiempo y, sobre todo, enfrentarse a la frustración de no comprender algo a la primera. Este proceso, conocido como autorregulación del aprendizaje , es una de las habilidades más valiosas que podemos desarrollar en nuestros alumnos.
La autorregulación del aprendizaje es un proceso mediante el cual los estudiantes regulan su propia conducta, enfocándola en la adquisición de un contenido, habilidad o tarea académica (1). Este proceso implica el uso selectivo de procesos específicos que deben adaptarse personalmente a cada tarea del aprendizaje (1). Según Zimmerman, la autorregulación del aprendizaje implica no solo un conocimiento detallado de una habilidad, sino que también involucra la autoconciencia, la automotivación y la habilidad de comportamiento para implementar ese conocimiento de manera apropiada (2)
Si miramos a nuestro alrededor, vemos ejemplos de autorregulación en muchos ámbitos de la vida cotidiana. Desde el músico que ajusta su técnica tras cada ensayo, hasta el atleta que modifica su entrenamiento según su rendimiento, la autorregulación es lo que permite a las personas mejorar de manera autónoma. En el aula, sucede lo mismo. Una niña o un niño que aprende a regular su conducta para lograr un objetivo académico tiene más posibilidades de éxito que aquellos que espera pasivamente la instrucción de su profesora.
6 Herramientas para aprender a aprender
Uno de los primeros pasos para que un aprendiz pueda autorregular su aprendizaje es que sea consciente de sus emociones, sus fortalezas y sus dificultades.
La autoconciencia emocional es la capacidad básica para comprender nuestros propios procesos internos y para relacionarnos adecuadamente con los demás. En este contexto, la conciencia emocional es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y es la base de la inteligencia emocional y las habilidades sociales. La autoconciencia emocional es un componente esencial, porque las emociones juegan un papel fundamental en la motivación y en la capacidad de afrontar desafíos.
Para desarrollar esta capacidad en el aula, podemos utilizar estrategias creativas.
Por ejemplo, una actividad interesante consiste en pedir a los alumnos que dibujen un círculo dividido en ocho secciones, como un pastel (La tarta de las emociones) y asignar un color o una imagen a cada emoción que experimentan con frecuencia. El tamaño de la porción dependerá de si experimentamos esa emoción en mayor o menor medida. Este ejercicio no solo les ayuda a conocer su estado global y a identificar sus emociones, sino que también abre un espacio para poder hablar sobre cómo influyen en estas emociones en su rendimiento académico.poniéndoles ejemplos sobre ellas y resolviendo sus dudas.Una vez que el alumnado reconoce sus emociones, puede comenzar a gestionarlas de manera efectiva.
Otra herramienta que ha demostrado ser efectiva en el desarrollo de la autorregulación es la conciencia plena. Esta técnica ayuda a los alumnos a estar presentes en el momento, a reconocer sus pensamientos sin juzgarlos ya enfocarse en la tarea con mayor claridad. En la práctica, podemos incorporar pausas de reflexión antes de comenzar una actividad compleja, para tener conciencia plena del para qué vamos aprender lo que vamos a aprender.
La reflexión también es clave. Cuando un aprendiz se toma un momento para analizar cómo ha trabajado en una tarea, qué le ha funcionado y qué puede mejorar, está entrenando su capacidad de monitorear su propio aprendizaje. Un ejercicio útil es realizar autoevaluaciones tras las tareas y autoresponderse preguntas como:
¿Qué hice bien en esta tarea? ¿Qué dificultades encontré? ¿Cómo podría mejorar la próxima vez?
Existen diversas estrategias que puedes utilizar para ayudar a tus alumnos a desarrollar las funciones de monitoreo. Por ejemplo:
- Revisar sistemáticamnte los objetivos claros: Ayuda a los estudiantes a establecer sus metas a corto y a largo plazo y a trabajar hacia ellas de manera constante moitoreando sus progresos y haciendo ajustes necesarios en el camino
- Enseñar a los estudiantes a establecer prioridades: Enséñales a los estudiantes a establecer prioridades y a enfocarse en las tareas más importantes primero. Esto les ayudará a ser más eficientes y a completar sus tareas de manera más efectiva.
Estos momentos de metacognición no solo mejoran la capacidad de aprender de los errores, sino que refuerzan la autonomía y la confianza en sus propias estrategias de aprendizaje.
La motivación es otro pilar fundamental en la autorregulación. Un estudiante desmotivado difícilmente encontrará razones para organizar su tiempo, reflexionar sobre su progreso o ajustar su forma de aprender. Para fomentar la automotivación en el aula, son necesarias tres acciones clave:
- Establecer objetivos claros y alcanzables : Saber hacia dónde se dirige el aprendizaje da sentido a cada tarea.
- Fomentar la creatividad y la exploración : Los estudiantes se comprometen más con lo que les interesa. Darles opciones en sus proyectos o permitirles elegir cómo presentar un trabajo puede aumentar su motivación intrínseca.
- Proporcionar retroalimentación significativa : No basta con señalar errores, hay que mostrar caminos para mejorar. Es evidente que una corrección acompañada de una pregunta reflexiva ¿Cómo podrías haber enfocado esto de otra manera? es más valiosa que un simple "mal hecho".
Además, la gestión del tiempo es un factor determinante en la autorregulación. Cada vez más alumnado tiene dificultades para organizarse, lo que les lleva a acumular tareas, a saturar la memori de trabajo o a postergar el estudio. Una estrategia útil es enseñarles a dividir grandes tareas en pasos pequeños y manejables. Unos chicos que tienen que preparar una exposición pueden empezar por buscar información un día, estructurar sus ideas al siguiente y ensayar poco a poco, en lugar de hacerlo todo la noche anterior.
Cambiar el rol de transmisores de contenido a facilitadores del aprendizaje
Cuando enseñamos autorregulación, no solo estamos ayudando a los alumnos a mejorar sus resultados académicos, sino que les estamos dando una herramienta fundamental para la vida. Saber cómo enfrentarse a un problema, ajustar estrategias y perseverar ante la dificultad es una habilidad que les servirá en cualquier ámbito, ya sea en la universidad, en el trabajo o en su vida personal.
Para los docentes, esto implica cambiar el rol de transmisores de contenido a facilitadores del aprendizaje. Más que evaluar solo el producto final, debemos observar el proceso, guiando a los estudiantes para que comprendan cómo aprenden y cómo pueden mejorar.
Si logramos que lnestro alumnado sea más consciente de su propio aprendizaje, más reflexivo sobre sus emociones y más estratégico en la manera en que abordan sus tareas, no solo estaremos formando personas competentes, sino personas con las herramientas necesarias para afrontar los retos del futuro.
Porque aprender no es solo recibir información, es saber cómo utilizarla, y en ese camino, la autorregulación es el mejor aliado
Rueda de las emociones según Plutchik (2006)
No hay comentarios
Y tú, ¿Qué opinas?