¿De qué se habla en las sesiones de evaluación?

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... los temas estrellas de los claustros deberían centrarse en  metodologías de trabajo, modelos de aprendizaje, enfoques didácticos o estrategias para socializar nuestro trabajo en el aula. En definitiva, todos aquellos aspectos que atañen al proceso de aprendizaje de nuestro alumnado y a la búsqueda permanente de la mejora de resultados. /.../ destaco la importancia de poner cada cosa en su sitio: estamos en la escuela para prestar un servicio a nuestro alumnado, el cual se merece (entre otras cosas) un esfuerzo de actualización, revisión de estrategias y empatía por nuestra parte como profesionales de la educación.
En un guiño cómplice a Ramón Paraiso (@monparaiso) y a su blog De Vuelta, he iniciado con un párrafo de uno de sus últimos artículos: ¿De qué se habla en los claustros? Parafrasearé el título de aquel artículo para iniciar éste, cuya intención es reflexionar sobre evaluación. 

Dada la atomización de la enseñanza, especialmente secundaria y de la prácticamente inexistencia (o casi) de  reuniones de equipo de docentes que enseñan a un mismo grupo de alumnos, las sesiones de evaluación deberían tomarse como un espacio de encuentro y reflexión, de una oportunidad única de un equipo de docentes que dialogan para conocer  la realidad de un grupo de adolescentes y, así,  reorientar, estimular  o asegurar sus aprendizajes en los momentos siguientes. No en vano, la educación es un proceso permanente y continuo durante toda la vida.

Pues lejos de esta situación, las sesiones de evaluación se transforman en un momento para "cantar" las notas, ratificar la calificación que ya se introdujo en el sistema informático, subsanar los posibles errores y realizar unas breves y superficiales observaciones de cada alumno ( si hay tiempo); debe esforzarse más; está muy despistado; hay que cambiarlo de sitio; son un grupo muy hablador, y unas cuantas más en esta linea...

Si partimos de un presupuesto mínimo en el que convenimos que el tiempo escolar es un tiempo de aprendizaje y que la principal misión del docentes es que sus alumnos aprendan, entonces los usos sancionadores y ratificadores del fracaso de las sesiones de evaluación, quizás tergiversan los valores primeros de la enseñanza. 

No hablamos de humo. Sabemos que la función del profesorado también está la de corregir y valorar los aprendizajes del alumnado, fundamentalmente en claves de la validez del saber aprendido y de la solidez de los conocimientos adquiridos. Es cierto que analizamos en términos de progreso, y que éste se produce o no. Es especialmente en estos casos cuando la sesiones de evaluación adquieren un valor ajustado ( y muy loable) a su razón de ser: averiguar las razones del estancamiento. Lo que en otros artículos llamé el valor añadido de la educación.

La racionalidad práctica y crítica de la profesión docente nos indica que todos las razones del no progreso, no están en el alumnado. Será, pues,  necesario hablar en las sesiones de evaluación de ello,  volver la mirada hacia el análisis de qué y cómo están aprendiendo los alumnos, y del cómo y qué les estamos enseñando. También necesitamos las sesiones de evaluación para aprender sobre nuestra propia práctica de enseñanza. Enseñar no es algo finito, cerrado y estático. Enseñar es un proceso dinámico e inseguro. Una inseguridad que nos sirve para crecer como docentes.  Si no es así, y sólo evaluamos para constatar las ignorancias de  nuestro alumnado, la actividad docente se vuelve ruin y encubridora de nuestras propias debilidades.

Hablemos en las sesiones de evaluación  de enseñanza y de cómo integrar la evaluación en los sus procesos. No olvidemos que todo labor del profesor, docente o maestro siempre es enseñar. Lo demás es tecnocracia, inventos de este sistema productivo industrial del que no hemos podido des-lastrarnos todavía en las instituciones de enseñanza del Siglo XXI.

Para profundizar más en esta opinión,recomiendo leer Evaluar para conocer. Examinar para excluir, de Álvarez Méndez, J.M , publicado en ediciones Morata. 

1 comentario

  1. Buenas, Jose! Muchas gracias por la mención. Estoy de acuerdo. A menudo las sesiones de evaluación se convierten en pura y simple rendición de cuentas (nunca mejor dicho), en vez de ser espacios para compartir información de calidad para reflexionar y mejorar la atención al alumnado. Es por eso que el trabajo y la comunicación entre compañeros debe ser constante y no trimestral como acostumbra a ser en muchos centros. Bueno, trabajo tenemos... ;-) Un abrazo

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