Nota: Artículo publicado en nº 287, octubre 2019,
Revista Aula de la editorial Graó.
Todo lo relacionado con la educación tiene un componente intencional. Enseñar y aprender, son intrínsecamente acciones “de querer” que necesitan de la colaboración deliberada del que enseña y del que aprende para conseguir al objetivo. La evaluación, como parte de ese proceso, también exige de intención.
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En este sentido, en ámbitos educativos, cada vez se es más consciente de que el cambio educativo viene asociado a un cambio efectivo e intencional de los procesos y modelos de evaluación. Entre otras cosas porque evaluación y aprendizaje forman parte de un mismo e indisoluble binomio y no podríamos pensar en modificar uno sin que el otro quedase inalterado. Por este motivo, las cuestiones relacionadas con la evaluación forman parte del primer frente de análisis, reflexión, formación y debate de los movimientos re-innovadores pedagógicos.
Estas semanas del comienzo del curso educativo es un buen momento para repensar la evaluación. Sobre todo “qué” es hoy la evaluación y “para qué” nos gustaría que fuera.
Voces críticas, pero siempre autorizadas, como la del pensador Emilio Lledó, en su libro “Sobre la educación” nos advierte que el asignaturismo, y hacer exámenes continuamente, como método de enseñanza, es la muerte de la cultura y del conocimiento, y hace una comparación entre “poseer conocimiento profundo, o poseer grumos de conocimiento pringosos y desconectados que impiden fluir a las neuronas”.
Igualar examen a evaluación e igualar evaluación a calificación es un doble gran error.
En los sistemas educativos que arrastramos desde el siglo pasado ha existido una tendencia a pensar que “saber” se traducía en “saber expresar en un examen”. Igualar examen a evaluación e igualar evaluación a calificación es un doble gran error. Esta comprensión cultural de la evaluación, además de ser inconsistente en las líneas de la educación trazadas en la actualidad, es doblemente injusta, pues además de eliminar de “esa sabiduría” a todas las personas que tienen otras formas de expresar lo que saben, igualan la persona a una etiqueta: la que corresponde a su nota.
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En definitiva. No se trata de no evaluar. La evaluación, es decir, el análisis de los procesos de enseñanza y aprendizaje para poder tomar decisiones sobre la mejora de los procesos, es imprescindible, pero no puede reducirse a aprobar o suspender, y como medida de mejora, “estudiar más”. Es momento de evaluar con otro sentido. Y no se trata tanto de cambio en legislación sobre evaluación -que también-, sino especialmente, de cambios en la cultura evaluativa.
El viejo debate está presente. Es hora de superar esta visión y trascenderlo en un nuevo paradigma educativo.
Otras notas del autor:
Recomiendo leer también los demás artículos, y especialmente me han interesado:
- De la sección Aula de experiencias educativas desde la formación inicial, el titulado "Maestros que forman a otros maestros: la formación de los tutores en el grado de Educación Primaria Dual" de Maria-Pau Cornadó, Jordi Coiduras y Meritxell Morera.
- Una propusta innovadora muy interesante diseñada para el Grado de Educación Primaria (modalidad dual) de la Facultad de Educación, Psicología y Trabajo Social (FEPTS) de la Universidad de Lleida (UdL) . Se trata de un programa específico de formación de maestros/tutores como formadores cualificados de los aprendices/estudiantes de este grado, con el propósito de mejorar su competencia como formadores y, en última instancia, transformar la educación.sobre la formación de nuevos docentes.
- De la sección Ventana Abierta, Aprendizaje Servicio, el titulado Ciencia Ciudadana y aprendizaje servicio, de Maribel de la Cerda.
- La ciencia ciudadana implica la participación de personas no especializadas en actividades de investigación científica. La ciudadanía colabora con expertos para crear conocimiento, llegando a resultados con impacto científico y social. En el ámbito educativo, la ciencia ciudadana es una modalidad de prácticas de aprendizaje-servicio con elevado potencial en beneficio de los participantes, la ciencia, la educación y el entorno.
- De la sección Bloc, TIC-TAC, el artículo: Baamboozle, una herramienta que da mucho "juego", de Noelia Tomás Martínez.
- Baamzoozle es una herramienta TIC accesible a todas las aulas y con la que se crean juegos de preguntas en equipo y otras actividades lúdicas que permiten realizar repasos de contenidos y actividades para el desarrollo de la competencia lingüística.
- Material para el alumnado: Robótica y programación: los Bee-Bot en primer ciclo, de Sonia Fernández.
- En esta propuesta se quiere dar un paso adelante y trabajar la robótica y la programación, para que se transformen en uno de los pilares del proyecto educativo. Se pretende que el alumnado de primer ciclo de primaria desarrolle las competencias básicas resolviendo diferentes retos mediante el uso de los Bee-Bot.
Interesante y útil.Gracias por compartir
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