Cuentos I: El colegio de enseñanza "en serie".

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Había una vez, en un país muy lejano, un colegio muy bien cuidado, con un patio lleno de rayuelas de colores en el suelo (que rara vez se utilizaban pues era muy peligroso dar saltos sin la supervisión de un maestro/a), donde iban  a estudiar todos los niños del pueblo. Allí aprendían a hacerse mayores, personas de provecho, igual que lo habían hecho durante generaciones, sus padres y abuelos.

Cada mañana, al llegar al cole, hacían fila para entrar a clase, como símbolo y aprendizaje de orden y disciplina. La lucha por ocupar los primeros puestos de la fila era, a veces, fratricida y otras veces, sencillamente estéril.

Los maestros instruían a sus pupilos en la más nobles artes y las ciencias e imbuían en ellos todo el conocimiento del que eran depositarios por ley, rango y sabiduría académica. Incluso,para no quedarse cortos, siempre enseñaban cosas que nunca supieron para qué utilizar, pero que sonaban importantes y les pedían memorizarlas ...por si acaso.

Sus clases eran limpias, soleadas y con la organización en fila que ayudaba  al trabajo individual y a mantener la atención y el silencio. Los alumnos tenían un pequeño defecto: les gustaba hablar y estaban colocados estratégicamente para impedir este acto impropio de un aula de aprendizaje. Tampoco podían moverse, sin pedir permiso (pues el movimiento distraía del trabajo), ni utilizar redes móviles que eran perniciosas paras el trabajo en clase.

A los alumnos y a los maestros , cuando daban clase les gustaba llamarlo trabajar: "Hoy no hemos trabajado"- decían si excepcionalmente pasaban un rato debatiendo sobre una noticia de televisión y sacando unas conclusiones a modo de dibujo o mural. Los alumnos eran muy trabajadores y todos los días sabían lo que tenían que hacer: al llegar se sentaban en su pupitre,el que de antemano le había asignado el profesor, y siempre separado del resto. A veces rotaban de lugar de forma sistemática o hacían competiciones para ver quien se sentaba delante y quién detrás. La cultura del esfuerzo se trabajaba desde el principio y los esfuerzos traían premios: ser los primeros

Sin necesidad que sus profesores se lo dijeran, abrían el libro por la página por donde se habían quedado el día anterior. El maestro, para hacerlo bien, mientras, preparaba y organizaba la sesión mirando su "libro del profesor": Allí lo ponía todo.Los libros de texto eran muy importantes para todos. En la primera parte de la clase, el maestro  les explicaba las dos páginas siguientes; incluso a veces, las leían entre todos de manera corrida como forma de comprender lo que allí les transmitían conceptualmente, como una forma de tener a todos los alumnos atentos y activos en la lectura colectiva.

En muchas aulas habían pizarras digitales donde el profesorado proyectaba algún recurso, bien de los ofrecidos por su editorial, bien power point con información complementaria a la que venía en el libro, en diapositivas muy elaboradas por el profesor y en el que daba la información completísima, para no tener que pensar. La forma de poder comprender todo muy bien era estar atentos y en silencio, así escucharían al maestro durante media hora, el cual, al finalizar la explicación de los contenidos que había en el libro, ya tenían la seguridad de haber transmitido al cerebro de su alumnado todo el conocimiento de lo que debían saber. Sólo, les quedaba a ellos memorizarlo para poder examinarse posteriormente. Era fantástico!

Los minutos siguientes los dedicaban a corregir los ejercicios del día anterior. El maestro sacaba a la pizarra a los alumnos que elegía según sus cuaderno de notas. A veces incluso pedía voluntarios y les ponía un positivo,... si lo hacía bien, (claro!). El cuaderno de notas era muy útil, lleno de números, positivos, negativos y anotaciones en rojo cada vez que olvidaba los deberes o alguna otra cosa. Era importante que no se escapara nada para  hacer una evaluación justa e igual para todos.

Si habían muchos ejercicios por corregir, el profesor, que era muy trabajador, entresacaba unas libretas al azar y se las llevaba a casa, devolviéndolas al día siguiente con un montón de notas e indicaciones en rotulador rojo, para ayudar al alumno a subsanar y aprender sus errores. Un método muy utilizado era repetir ejercicios o copiar unas cuantas veces los errores, para fijar por repetición el contenido, la norma ortográfica o la solución correcta. Aprender pro repetición tenía un valor importante en aquellas aulas.

Si daba tiempo, los alumnos podían hacer nuevos ejercicios en clase, todos en su cuaderno de manera individual, para aprender más había que estar muy concentrados. La mayoría de los ejercicios eran de rellenar huecos, hacer copiados o responder a las preguntas de la lectura o del tema, como modo de interiorizar  lo que habían aprendido. Los ejercicio del libro que no les daba tiempo a hacer en clase , los levaban de deberes para casa, para así reforzar y trabajar más.
A veces, el maestro le pedía hacer un mural en casa, o un trabajo en equipo los fines de semana, pues en clase eso lleva mucho tiempo y si lo hacían no podían terminar los temas del libro, y eso era lo más importante: estudiarlo todo.

Los niños todos los días, después de las clases, debían hacer los deberes, tenían que estudiar para los exámenes, repasar cada día,,,y eso sí, para que les guste leer, leer un poco cada día antes de irse a dormir, rellenar una ficha de lectura y hacer un dibujo.

Algunos, que necesitaban horas de refuerzo, también iban a clases particulares, para repasar lo visto en clase, pero de manera individualizada. Otros iban a clase de inglés o a hacer deporte..aunque estos último a costa de hacer los deberes a última hora de la noche.

Así un día y otro. Un trimestre y otro, como una gran fábrica de enseñanza "en serie".

Claro, que de eso hace mucho tiempo..y el país era muy lejano.

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