FLEXIBILIZAR LOS TIEMPOS: UNA ESTRATEGIA PARA LA INCLUSIÓN REAL EN LAS AULAS

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Hablar de inclusión educativa implica cambiar la forma en que pensamos, diseñamos y desarrollamos nuestras prácticas en el aula. 
Como hemos repetido tantas veces en este blog, la inclusión no trata de adaptar al alumnado a un modelo preestablecido, sino de transformar los contextos, es decir, las metodologías y dinámicas de aula, los materiales, los recursos y estrategias para que todo el alumando pueda participar, aprender, progrsar en su aprendizaje y sentirse valorados por los demás y por uno mismo. 
Entre las muchas medidas que pueden acercarnos a esta visión, una de las que tiene más visiones diferentes e incluso confrontadas, es la flexibilización del tiempo. Pero, ¿qué significa realmente esta idea?

Detectando las barreras del contexto

Uno de los grandes cambios que nos ha hecho modificar la visión y variar el enfoque inclusivo ha sido mover el foco de las barreras desde las personas hacia el contexto. En lugar de ver las diferencias en el alumnado como un problema que hay que corregir, se trata de identificar las barreras que el diseño, la organización y la metodología imponen al aprendizaje.
Este cambio de mirada es esencial para entender la verdadera inclusión. Ya no hablamos de necesidades educativas especiales, sino de las necesidades del contexto,  la identificación y la eliminación de barreras  en el mismo para permitir la participación de más aprendices, de todos. 
Como bien señalan autores como el equipo de CAST (creadores del Diseño Universal para el Aprendizaje), Ainscow o Antonio Márquez, el reto no lo tiene el alumnado, sino que está en cómo diseñamos nuestras prácticas para hacerlas accesibles y significativas para todos.

Mucho más que dejar ir a su ritmo

Uno de los errores más comunes al aplicar medidas inclusivas es interpretar la flexibilización del tiempo como “dejar que cada alumno vaya a su ritmo”. Cuando no flexibilizamos correctamente el tiempo, creamos situaciones de desigualdad. Imaginemos a un alumno que termina su actividad rápidamente: se le asignan tareas extras, a menudo desvinculadas del objetivo principal, o se le pide que ayude a sus compañeros. Esto puede desmotivarle y hacerle sentir que no está avanzando.

Por otro lado, un estudiante que necesita más tiempo suele acabar trabajando fuera del aula o llevando las tareas a casa, generando una sensación de exclusión y sobrecarga. En ambos casos, el aula deja de ser un espacio inclusivo para convertirse en una suma de experiencias individuales desconectadas

Esta visión centrada en las personas crea una falsa sensación de inclusión. Lo que realmente ocurre es una fragmentación de la experiencia educativa: "los rápidos" quedan  descolocados fuera del proceso de aprendizaje con excesiva rapidez perdiendo tiempo precioso de interacciónes colectivas en el aula para fortalecer sus experiencias, y "los lentos" son empujados a un esfuerzo extra que muchas veces les hace perder su autoestima y perderese en una sensación necesaria  de fracaso, en busca de un éxito que llame a éxito, que nunca llega. 

Y es que la verdadera flexibilización del tiempo no consiste en adaptar a cada individuo al ritmo estándar, sino en adaptar las actividades para que todos puedan avanzar juntos. Esto implica enriquecer las propuestas, variar los niveles de desafío y apoyar con estrategias que permitan a cada estudiante progresar en el marco de una experiencia colectiva.


Flexibilizar los tiempos en el aula:Una metáfora en la práctica

Hablar de flexibilizar el tiempo en las aulas puede parecer un concepto abstracto, pero pensemos por un momento en las cintas transportadoras que encontramos en algunos aeropuertos. Estas cintas son un ejemplo perfecto de cómo adaptar los contextos para que personas con diferentes ritmos puedan llegar al mismo objetivo, en este caso, su puerta de embarque.
Imaginemos un aeropuerto lleno de viajeros. Algunos caminan con calma por los pasillos, otros corren porque tienen prisa, y algunos combinan ambas acciones mientras avanzan por la cinta transportadora. La cinta no obliga a nadie a seguir un ritmo único; más bien, es un mediador que nivela las diferencias en velocidad. Así, quienes caminan despacio y quienes corren llegan al mismo punto al mismo tiempo.
Lo que no ocurre en estos aeropuertos es que los vuelos salgan a diferentes horas para acomodarse a los ritmos de los pasajeros. Tampoco se castiga a los más lentos con tomar un vuelo diferente o se les obliga a correr más allá de sus posibilidades. En su lugar, se crean recursos que permiten que todos puedan avanzar según sus capacidades, sin que nadie quede fuera del proceso.
Esta metáfora se traslada perfectamente al aula cuando hablamos de flexibilizar el tiempo desde un enfoque inclusivo. No se trata de permitir que cada estudiante complete las actividades según su ritmo individual y aislado, sino de poner en marcha estrategias y mediadores que aseguren que todos avancen juntos hacia un objetivo común.
Por ejemplo, en una actividad de escritura, el alumno puede tener diferentes niveles de apoyo según sus necesidades. Algunos pueden comenzar con una guía más estructurada, como frases iniciadas o un esquema previo, mientras que otros pueden trabajar de manera más autónoma, explorando y desarrollando sus propias ideas.
El objetivo no es terminar al mismo tiempo porque todos sean iguales, sino garantizar que los diferentes niveles de preparación y velocidad no se convertirán en barreras que separan a unos estudiantes de otros.

El peligro de no usar “cintas transportadoras” en el aula

Cuando no incluimos mediadores que nivelen las diferencias de ritmo, la experiencia educativa se fragmenta. Imaginemos un aula donde los estudiantes más rápidos terminan antes y deben esperar, aburridos, mientras el resto aún está trabajando. Por otro lado, los estudiantes más lentos se enfrentan a una presión constante para “alcanzar” un ritmo que no se adapta a sus necesidades, lo que genera frustración y sensación de fracaso.
Es como si en el aeropuerto los pasajeros más rápidos pudieron embarcar antes, mientras que los más lentos se quedaran atrás, sin llegar nunca a tiempo a su vuelo. ¿Qué pasaría con la experiencia colectiva? ¿Cómo afectaría esto al sentido de pertenencia y logro compartido?

Creando cintas transportadoras en el aula

Flexibilizar los tiempos significa incorporar mediadores y apoyos que permitan a cada estudiante avanzar de forma equitativa, respetando sus diferencias, pero asegurando un aprendizaje colectivo. 
La clave no está en dividir a los estudiantes según su ritmo, sino en diseñar actividades que permitan diferentes niveles de entrada, participación y complejidad.Algunas estrategias pueden incluir:
  • Modelos visuales y guías: Como las cintas transportadoras, estas herramientas ayudan a los estudiantes que necesitan más apoyo para mantener el ritmo sin sentirse abrumados.
  • Diferentes niveles de desafío: Diseñar actividades con niveles de entrada variados, donde cada estudiante pueda encontrar un punto de acceso que le permita participar y progresar.
  • Apoyo colaborativo: Fomentar dinámicas de trabajo en equipo donde los estudiantes puedan compartir ideas y ayudarse mutuamente, creando una red de aprendizaje conjunto.
  • Flexibilizar las actividades: Una propuesta inclusiva
  • Apoyar al progreso: Utilizar herramientas como andamiajes, fichas de ayuda, retroalimentación individual y colectica o tutorías breves para quienes necesitan más tiempo.
  • Enriquecer propuestas: Ofrecer retos adicionales que profundicen en el aprendizaje sin desconectar a los estudiantes más rápidos del proceso común.
  • Variar estrategias: Incorporar tareas manipulativas, debates, lecturas o investigaciones que permitan a cada estudiante conectar con la actividad desde su nivel.
  • Aclarar objetivos: Explicar con claridad lo que se espera, ofreciendo ejemplos y modelos que guíen a los estudiantes.

La inclusión como un proceso compartido

Flexibilizar los tiempos  no es permitir que cada quien haga lo suyo, sino diseñar experiencias que nos permitan avanzar juntos, respetando las diferencias y construyendo un aprendizaje colectivo. Así, la inclusión no se trata de homogeneizar, sino de diseñar entornos donde las diferencias sean un valor y no un obstáculo. 
Igual que las cintas transportadoras en el aeropuerto permiten que todos lleguen a su destino independientemente de su velocidad, las estrategias incluidas en el aula garantizan que cada estudiante pueda participar plenamente en el proceso de aprendizaje.
Flexibilizar los tiempos   no es renunciar a objetivos comunes, sino reconocer que el camino para alcanzarlos puede ser diferente para cada persona. Cuando transformamos nuestras prácticas con esta mirada, no solo hacemos que el aprendizaje sea más accesible, sino que también construimos una comunidad educativa donde nadie se queda atrás.

Flexibilizar los tiempos no es una medida aislada, sino parte de un enfoque más amplio que busca transformar nuestras aulas en espacios inclusivos. Esto requiere un cambio cultural que, aunque complejo, es imprescindible. Como docentes, debemos desaprender prácticas basadas en modelos homogéneos y abrazar un diseño educativo que celebre y potencie la diversidad.
Porque, en definitiva, no se trata de enseñar a todos al mismo ritmo, sino de crear contextos donde cada estudiante pueda participar, aprender y sentirse valorado.

1 comentario

  1. Hablar de Inclusión es hablar de diseñar estrategias ; que favorezcan el proceso de enseñanza - aprendizaje de todo el alumnado; es flexibilizar actividades ; tiempos; estrategias; metodologías que permitan que todo el alumnado participe en el proceso de aprender; es acompañar ; orientar y comunicar ; es respetar y dejar ser a cada alumno; darles voz para que puedan exprésarse; en el aula; y puedan ser ellos mismos mismos ; y puedan dar su opinión ; para ello es importante y fundamental si queremos que nuestras escuelas sean inclusivas trabajar en nuestros contextos ; diseñar actividades que permitan alcanzar de forma colectiva los objetivos propuestos; sin importar tanto los ritmos de aprendizaje de cada alumno es facilitar el proceso de aprender; erradicando las desigualdades que se producen en nuestras aulas.Psravello es importante un cambio de mirada; desaprender muchas prácticas educativas que se han quedado obsoletas en nuestra nueva realidad educativa.

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