Uno de los errores más comunes al aplicar medidas inclusivas es interpretar la flexibilización del tiempo como “dejar que cada alumno vaya a su ritmo”. Cuando no flexibilizamos correctamente el tiempo, creamos situaciones de desigualdad. Imaginemos a un alumno que termina su actividad rápidamente: se le asignan tareas extras, a menudo desvinculadas del objetivo principal, o se le pide que ayude a sus compañeros. Esto puede desmotivarle y hacerle sentir que no está avanzando.
Por otro lado, un estudiante que necesita más tiempo suele acabar trabajando fuera del aula o llevando las tareas a casa, generando una sensación de exclusión y sobrecarga. En ambos casos, el aula deja de ser un espacio inclusivo para convertirse en una suma de experiencias individuales desconectadas
Esta visión centrada en las personas crea una falsa sensación de inclusión. Lo que realmente ocurre es una fragmentación de la experiencia educativa: "los rápidos" quedan descolocados fuera del proceso de aprendizaje con excesiva rapidez perdiendo tiempo precioso de interacciónes colectivas en el aula para fortalecer sus experiencias, y "los lentos" son empujados a un esfuerzo extra que muchas veces les hace perder su autoestima y perderese en una sensación necesaria de fracaso, en busca de un éxito que llame a éxito, que nunca llega.
Y es que la verdadera flexibilización del tiempo no consiste en adaptar a cada individuo al ritmo estándar, sino en adaptar las actividades para que todos puedan avanzar juntos. Esto implica enriquecer las propuestas, variar los niveles de desafío y apoyar con estrategias que permitan a cada estudiante progresar en el marco de una experiencia colectiva.
Flexibilizar los tiempos en el aula:Una metáfora en la práctica
Hablar de flexibilizar el tiempo en las aulas puede parecer un concepto abstracto, pero pensemos por un momento en las cintas transportadoras que encontramos en algunos aeropuertos. Estas cintas son un ejemplo perfecto de cómo adaptar los contextos para que personas con diferentes ritmos puedan llegar al mismo objetivo, en este caso, su puerta de embarque.
Imaginemos un aeropuerto lleno de viajeros. Algunos caminan con calma por los pasillos, otros corren porque tienen prisa, y algunos combinan ambas acciones mientras avanzan por la cinta transportadora. La cinta no obliga a nadie a seguir un ritmo único; más bien, es un mediador que nivela las diferencias en velocidad. Así, quienes caminan despacio y quienes corren llegan al mismo punto al mismo tiempo.
Lo que no ocurre en estos aeropuertos es que los vuelos salgan a diferentes horas para acomodarse a los ritmos de los pasajeros. Tampoco se castiga a los más lentos con tomar un vuelo diferente o se les obliga a correr más allá de sus posibilidades. En su lugar, se crean recursos que permiten que todos puedan avanzar según sus capacidades, sin que nadie quede fuera del proceso.
Esta metáfora se traslada perfectamente al aula cuando hablamos de flexibilizar el tiempo desde un enfoque inclusivo. No se trata de permitir que cada estudiante complete las actividades según su ritmo individual y aislado, sino de poner en marcha estrategias y mediadores que aseguren que todos avancen juntos hacia un objetivo común.
Por ejemplo, en una actividad de escritura, el alumno puede tener diferentes niveles de apoyo según sus necesidades. Algunos pueden comenzar con una guía más estructurada, como frases iniciadas o un esquema previo, mientras que otros pueden trabajar de manera más autónoma, explorando y desarrollando sus propias ideas.
El objetivo no es terminar al mismo tiempo porque todos sean iguales, sino garantizar que los diferentes niveles de preparación y velocidad no se convertirán en barreras que separan a unos estudiantes de otros.
El peligro de no usar “cintas transportadoras” en el aula
Cuando no incluimos mediadores que nivelen las diferencias de ritmo, la experiencia educativa se fragmenta. Imaginemos un aula donde los estudiantes más rápidos terminan antes y deben esperar, aburridos, mientras el resto aún está trabajando. Por otro lado, los estudiantes más lentos se enfrentan a una presión constante para “alcanzar” un ritmo que no se adapta a sus necesidades, lo que genera frustración y sensación de fracaso.
Es como si en el aeropuerto los pasajeros más rápidos pudieron embarcar antes, mientras que los más lentos se quedaran atrás, sin llegar nunca a tiempo a su vuelo. ¿Qué pasaría con la experiencia colectiva? ¿Cómo afectaría esto al sentido de pertenencia y logro compartido?
Creando cintas transportadoras en el aula
Flexibilizar los tiempos significa incorporar mediadores y apoyos que permitan a cada estudiante avanzar de forma equitativa, respetando sus diferencias, pero asegurando un aprendizaje colectivo.
La clave no está en dividir a los estudiantes según su ritmo, sino en diseñar actividades que permitan diferentes niveles de entrada, participación y complejidad.Algunas estrategias pueden incluir:
- Modelos visuales y guías: Como las cintas transportadoras, estas herramientas ayudan a los estudiantes que necesitan más apoyo para mantener el ritmo sin sentirse abrumados.
- Diferentes niveles de desafío: Diseñar actividades con niveles de entrada variados, donde cada estudiante pueda encontrar un punto de acceso que le permita participar y progresar.
- Apoyo colaborativo: Fomentar dinámicas de trabajo en equipo donde los estudiantes puedan compartir ideas y ayudarse mutuamente, creando una red de aprendizaje conjunto.
Flexibilizar las actividades: Una propuesta inclusiva
Apoyar al progreso: Utilizar herramientas como andamiajes, fichas de ayuda, retroalimentación individual y colectica o tutorías breves para quienes necesitan más tiempo.
Enriquecer propuestas: Ofrecer retos adicionales que profundicen en el aprendizaje sin desconectar a los estudiantes más rápidos del proceso común.
Variar estrategias: Incorporar tareas manipulativas, debates, lecturas o investigaciones que permitan a cada estudiante conectar con la actividad desde su nivel.
Aclarar objetivos: Explicar con claridad lo que se espera, ofreciendo ejemplos y modelos que guíen a los estudiantes.
La inclusión como un proceso compartido
Flexibilizar los tiempos no es permitir que cada quien haga lo suyo, sino diseñar experiencias que nos permitan avanzar juntos, respetando las diferencias y construyendo un aprendizaje colectivo. Así, la inclusión no se trata de homogeneizar, sino de diseñar entornos donde las diferencias sean un valor y no un obstáculo.
Igual que las cintas transportadoras en el aeropuerto permiten que todos lleguen a su destino independientemente de su velocidad, las estrategias incluidas en el aula garantizan que cada estudiante pueda participar plenamente en el proceso de aprendizaje.
Flexibilizar los tiempos no es renunciar a objetivos comunes, sino reconocer que el camino para alcanzarlos puede ser diferente para cada persona. Cuando transformamos nuestras prácticas con esta mirada, no solo hacemos que el aprendizaje sea más accesible, sino que también construimos una comunidad educativa donde nadie se queda atrás.
Flexibilizar los tiempos no es una medida aislada, sino parte de un enfoque más amplio que busca transformar nuestras aulas en espacios inclusivos. Esto requiere un cambio cultural que, aunque complejo, es imprescindible. Como docentes, debemos desaprender prácticas basadas en modelos homogéneos y abrazar un diseño educativo que celebre y potencie la diversidad.
Porque, en definitiva, no se trata de enseñar a todos al mismo ritmo, sino de crear contextos donde cada estudiante pueda participar, aprender y sentirse valorado.
Hablar de Inclusión es hablar de diseñar estrategias ; que favorezcan el proceso de enseñanza - aprendizaje de todo el alumnado; es flexibilizar actividades ; tiempos; estrategias; metodologías que permitan que todo el alumnado participe en el proceso de aprender; es acompañar ; orientar y comunicar ; es respetar y dejar ser a cada alumno; darles voz para que puedan exprésarse; en el aula; y puedan ser ellos mismos mismos ; y puedan dar su opinión ; para ello es importante y fundamental si queremos que nuestras escuelas sean inclusivas trabajar en nuestros contextos ; diseñar actividades que permitan alcanzar de forma colectiva los objetivos propuestos; sin importar tanto los ritmos de aprendizaje de cada alumno es facilitar el proceso de aprender; erradicando las desigualdades que se producen en nuestras aulas.Psravello es importante un cambio de mirada; desaprender muchas prácticas educativas que se han quedado obsoletas en nuestra nueva realidad educativa.
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