EN BUSCA DE LA CALIDAD EN EDUCACIÓN

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La calidad en educación medida como grado de consenso de una visión común; una formación inicial y continua viva y ajustada a las necesidades competenciales profesionales y un marco de acción hacia una educación para todos.

En busca de calidad en educación

Es frecuente hablar de calidad en educación sin que tengamos una definición de consenso (en la sociedad en general, y la comunidad educativa en particular) del término calidad. Calidad es un constructo único: o hay calidad o no la hay.

Es evidente: una educación de calidad nunca podrá generarse a partir de leyes del gobierno de turno, sino más bien en un encuentro social común que bien podría llamarse “pacto por la educación”.

Así, un primer indicador de calidad de nuestro Sistema Educativo lo marcaría su consistencia. Un armazón estructural que eliminara la posibilidad de los vaivenes a los que se ven sometidas las leyes educativas. El sistema educativo como referente de una sociedad de calidad. La calidad como sinónimo de estabilidad y progreso, con referencia ineludible a las necesidades de la evolución social, de la que es subsidiaria. Un sistema educativo de calidad solo puede entenderse como “bien inmaterial común”, solidario y ajustado a cada territorio, a cada comunidad, a cada escuela e individuo. La calidad educativa como derecho universal, como objetivo de desarrollo y de estado con una humanista mirada de justicia y de progreso común.

El segundo indicador, desde esta resumida perspectiva, lo citaremos como formación. No son pocos los estudios que señalan que una de las claves importantes para la mejora del sistema educativo es la preparación y selección del profesorado. Tampoco es poca la experiencia de todos los docenes que nos dice que la calidad de una Escuela, de un Centro educativo de secundaria o de una Facultad universitaria es proporcional a la calidad del conjunto del profesorado que la forma. Una formación inicial como espacio preciso para el cambio, y una continua, capaz de ajustar en la acción a competencias profesionales cambiantes.

Como tercer factor, la justicia social, medida en base al desarrollo de una educación inclusiva que fuese más allá del titular. La educación inclusiva entendida como un marco cultural y de actuación docente, favorecedor de la equidad; como un marco educativo donde no existen barreras curriculares, organizativas o estructurales, que ajusta la enseñanza a las necesidades de todo el alumnado, proporciona sentido y favorece que toda la ciudadanía, independientemente de sus condiciones personales, pueda no solo acceder a la educación, sino permanecer, participar y progresar en ella como un derecho consustancial a ser humano.

Una educación de calidad es la que todo el sistema educativo obtiene “la calificación de 10”.

Este artículo ha sido publicado en 
Sección "En vos Alta": Editorial Graò

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