Bienestar en la escuela: porque ser feliz también es urgente.

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Se ha escrito mucho sobre el bienestar docente, pero ¿y del bienestar de los escolares? El bienestar del alumnado debería ser una de las metas inherentes a la educación, a su cultura y organización, en sus dos vertientes: la social y la personal.
Bienestar entendido como desarrollo integral de las personas señala a los centros educativos y a la educación como el medio idóneo para conseguirlo y para la creación de una cultura del bienestar.
Y es que la escuela del siglo XXI se debe concebir como un espacio emocional, social y personal habitable, un entorno de bienestar, capaz de favorecer aprendizajes y desarrollo de conocimientos variados, ricos y profundos, donde la honestidad, la lealtad, la creatividad, el esfuerzo y la perseverancia vayan de la mano de la sabiduría y el conocimiento.

Niños autorretrato.Licencia Pixabay. No es necesario reconocimiento

¿Por qué es necesario el bienestar de la escuela?

Recuerdo que cuando llevé por primera vez con mi hija mayor al colegio me cautivaron las palabras de bienvenida de la directora:
a la escuela vienen a ser felices
Esta frase me persigue como un mantra personal desde entonces. Porque hablar de bienestar del alumnado en la escuela debería ser pensar en un alumnado feliz, con satisfacción vital y plenitud emocional. La felicidad como el camino esencial para la construcción tanto de conocimientos activos y profundos, como de una salud mental sana y positiva.
Por ello la necesidad de generar en los centros educativos entornos amables para la consecución del bienestar y de felicidad como mediadores del aumento del crecimiento personal de nuestros alumnos no es que sea objetivo, es que es urgente.

¿Hay ingredientes para esta sabrosa receta?

Sí. Fomentar la pasión, la motivación, el interés por lo que se aprende y el sentido y el propósito de lo que significa aprender. Una receta que, sin duda, necesita de otros aliños poderosos como el desarrollo de la autoestima positiva, el optimismo, la resiliencia, la adquisición de autonomía y la fortaleza de habilidades sociales capaces de generar relaciones positivas entre los humanos.
Es obvio que en los tiempos inciertos que nos toca vivir, en la educación tenemos un gran reto delante: que todo el alumnado de nuestros centros se sienta bien, incluido y partícipe de la experiencia de aprender.

Mi experiencia

En mis años como maestro de aulas hospitalarias, en el servicio de oncología, observé que no me podía cuestionar que ser feliz era importante para la esperanza, para el reto de vivir y, solo entonces, para tener motivación por aprender.
Cuando años más tarde cambié mi destino no quise abandonar esta máxima: sonreír también es urgente porque sentirnos bien es prioritario para un desarrollo armónico e integral.
En los centros hospitalarios hace tiempo que se habla de humanización sanitaria. Un concepto que comienza a hacerse visible con la “Carta de Derechos y Deberes de los pacientes”, que reconoce la vulnerabilidad de los enfermos y la necesidad de tratarlos con dignidad, celeridad, responsabilidad y respeto. Es decir, invita a diferenciar entre trato y tratamiento
Esta experiencia me llevó a una reflexión: ¿podríamos hablar de humanización de la escuela como medio para el bienestar de todo el alumnado?

Humanización, inclusión y personalización de la educación

De la escolarización universal a la educación personalizada hay una estrecha línea semántica pero una ancha diferencia conceptual.

La educación personalizada no es una ideología, ni metodología, ni una estrategia de marketing sino una forma de concebir la educación que sitúa al educando en el centro, que se alía con la persona, sus necesidades y forma de vida. La educación como medio de proporcionar bienestar.

La humanización de la escuela se alinea con el derecho de todos a la educación, reconoce las situaciones y contextos vulnerables e invita a la equidad y la igualdad. En este paradigma, hablar de bienestar escolar es poner el foco en dos conceptos: inclusión y justicia social. Una escuela donde todo el alumnado es acompañado para poder estar, participar y progresar como individuo y como partícipe integrado en la sociedad que habita.

La escuela como “espacio seguro”, como espacio protector de la individualidad de cada cual y de su genuina diferencia es la escuela que deseamos como hacedora del bienestar escolar.



Nota del autor: Este artículo acaba de ser publicado en la Revista Educadores, nº  279
 . Julio-septiembre 2021,  Escuelas Católicas. 

Gracias a  Abraham Gutiérrez, por la invitación.



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