La cooperación en el aula no es cuestión de gustos.

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Hablando con mis alumnos universitarios, y otros docentes experimentados, a veces, tengo la sensación que muchos entienden que el cómo se enseña, es cuestión de gustos, como si de un «twitter de la vida» se tratara, le cliqueo a FV  o no. Desde mi punto de vista, no es así. Es obvio que la eficacia de los aprendizajes son  causa directa del cómo se enseña.

Enseñar y aprender son dos caras de la misma moneda. Las dos «partes del pan» de un delicioso bocadillo que en su interior lleva un proceso planificado para producir mejora en nuestros alumnos.
Y este proceso no es inocuo. No es aleatorio ni susceptible de «opiniones de tertulia de bar».

La innovación, los cambios en la enseñanza, la mejora de nuestras prácticas deben llegar inducidos por la investigación científica. Y llevo tiempo interesándome por  artículos sobre Neurodidáctica y Neurociencia. En esta semana me he encontrado con dos muy interesantes como son «El cerebro social» de Jesús C. Guillén, en Escuelas con Cerebro. y Notas para una aproximación al mensaje de las neurociencias en educación: una conversación con Francisco Rubia. de Fernando Trujillo en Fernando Trujillo Web&Blog

La cooperación en el aula es una metodología  ya desarrollada desde hace más de 15 años, siendo David y Roger  Jonhson sus principales referentes, pero no acaba de cuajar en el aula por diversos motivos ( que intentaré desarrollar en otro post) a pesar que cada vez mayor cantidad de investigaciones, como podemos leer en los artículos anteriores, nos llevan a  conclusiones de lo aconsejable que es su desarrollo para la escuela.
En un trabajo inédito que desarrollamos en el seno del grupo de investigación de Educación Inclusiva de la Universidad de Murcia, definíamos que el significado primario de la palabra cooperar es trabajar juntos para conseguir unos objetivos comunes. En este mismo trabajo se destacaba que la investigación ha puesto de manifiesto que con el uso de metodologías de aprendizaje cooperativo se consiguen mejores resultados académicos.
Esta metodología, además, pone en marcha procesos que provocan el desarrollo directo de competencias clave no siempre presentes en el aula, como son aprender a aprender, competencias sociales y cívicas y  sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor.
Si a esto le añadimos que las características imprescindibles de su implementación  son el trabajo en equipo, la interacción cara a cara, la interdependencia positiva, la responsabilidad individual y la evaluación como actividad de aprendizaje, la cooperación en el aula se transforma en una metodología difícil de rechazar como práctica de enseñanaza-aprendizaje.
Os invito a conocerla y acercaros a ella desde estos tres materiales y autores destacados en el panorama español:
  • Puljolás, Pere (2008) . El aprendizaje cooperativo.  9 ideas clave. Barcelona: Editorial Graó. 
  • Torrego, J. y Negro, A. (Coords.) (2012). Aprendizaje cooperativo en las aulas. Fundamentos y recursos para su implantación. Madrid: Alianza Editorial.
  • Trujillo, F (2014)  Experiencias educativas en aprendizaje cooperativo. Granada: GEU.

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