EL EXAMEN Y LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA DE LOS APRENDIZAJES

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Hace unas semanas, en mis clases de la universidad puse en práctica una experiencia que repito cada curso. 

Se trata de un juego que hago con mis alumnos y alumnas para introducir elementos de debate y comentarios. También para iniciar el tema sobre evaluación que indica la Guía Didáctica de la asignatura que aprendemos juntos.  Con este juego intento que mis alumnos de-construyan las creencias sobre el valor del examen como instrumento de evaluación, comencemos de cero e introduzcamos nuevos juicios, diferentes visiones y enriquezcamos los conocimientos que todos (ellos y yo) tenemos sobre el tema. 

Os aseguro que son duros de roer, pues sus creencias sobre el valor del examen están muy arraigadas.El juego es sencillo, les propongo, para comenzar este módulo, responder a las preguntas de un examen reciente sobre cualquier asignatura de ESO. En esta ocasión utilicé una prueba de tercero de ESO de biología, que había llegado a mis manos.
Habitualmente se quejan de que hace mucho tiempo que  "aprendieron" esos contenidos. Les propongo otra opción: les dejo media hora para preparar una exposición, de cinco minutos de duración, sobre cualquiera de los temas que defendieron en su reciente selectividad.

Los resultados son, en ambos casos, y  siempre parecidos: rubor, risas e incredulidad  al comprobar que desconocen,  de manera clara,  respuestas muy sencillas relacionadas con temáticas que estudiaron en su día pero que, evidentemente,  nunca aprendieron.

Hace poco tuve otra experiencia relacionada con este tema. Mi hija me comenta que su profesora, en un acto de preocupación  e interés por mejorar los aprendizajes ( las notas) de su alumnado,  tiene por norma repetir, a toda la clase, el mismo examen, con unos pocos días de separación entre ambas convocatorias. Su intención, repito, es que se lo sepan mejor, es decir, estudien más y saquen mejor nota. Incluso les advierte que como obliga a  repetir el examen a todos, lo pueden hacer tranquilos  pues en ningún caso "les bajará la nota", quiero decir, la calificación. Y es que se da una paradoja habitual: que un número significativo de alumnos saca peor calificación en el segundo examen que en el primero, a pesar de ser el mismo y ser corregido con los mismos criterios. Es decir, en los pocos días de separación de las pruebas..el alumno ha podido desaprender...si no ha vuelto a memorizar lo que hace unos días transcribió (vomitó, en palabras de María Acaso)  perfectamente..

El mismo juego que les hago a mis alumnos universitarios podríamos hacerlo en nuestro claustro. Incluso en nuestros departamentos. Las risas iban a ser sonadas.


Y es que "estudiar de memoria para examinarte" tiene la característica de saber que  existe una obsolescencia programada de los aprendizajes, que la memoria no es inteligencia (sin querer menospreciar ni ningunear las propiedades de la memoria, que las tiene)  y que memorizar no es, en ningún caso, aprender.

.....Y es que Otra evaluación SÍ es posible

PD: ¿Quien no recuerda las hogueras de San Juan quemando los apuntes de la carrera que ya había aprobado? ¿Para qué los necesitábamos si ya nunca los tendríamos que estudiar más?.  Qué tiempos aquellos!!


2 comentarios

  1. Las pruebas de aptitud o de madurez son un invento antiguo y hubo un tiempo que el superarlas suponía una garantía de que se poseían ciertas habilidades o conocimientos. Esto es lo que sucedía, por ejemplo, en la prueba de habilidad que debía superar todo oficial para alcanzar el grado de maestría; además de pagar las tasas correspondientes y disponer del capital necesario para establecerse por su cuenta. Hoy en día, cuando todo se pretende institucionalizar, aprobar los exámenes necesarios para obtener un título no garantiza en absoluto que se tengan las destrezas que dicho título avala. Al aislar lo aprendido de la realidad en la que debe aplicarse, al resolver situaciones ficticias en vez de problemas auténticos, se fabrican muchos ingenieros de salón y muy pocos mecánicos de élite.
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/examenes

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    1. Muchas gracias Enrique.
      Hay una frase redonda en tu artículo: se fabrican muchos ingenieros de salón y muy pocos mecánicos de élite.
      Podríamos poner mil ejemplos de la inutilidad de los exámenes. v.gr. En muchas facultades de medicina, es más eficaz estudiar (memorizar) los apuntes de la «comisión de apuntes», que asistir a clase. El profesor y las clases solo tienen sentido en las prácticas, que ningún alumno se las salta. Aprobar un examen no es conocimiento..quizás, solamente es el primer paso hacia el mismo. Conocer necesita de un ingrediente más allá de la memorización.
      Es cierto que estamos en un tiempo en el que la memoria virtual ( duradera, ubicua y múltiple) desvaloriza la memoria neuronal. Eso no quiere decir que haya que despreciar ésta..sólo aprender a usarla de un modo racional en la enseñanza, pero, a mi juicio, nunca considerarla LA HERRAMIENTA del saber.
      Un abrazo

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